Cuando era pequeño no tenía muchas expectativas del futuro. Me acuerdo de un programa australiano llamado "Beyond 2000" ("Una ventana hacia el futuro"), donde se mostraban los últimos avances en tecnología aplicada a la vida diaria y yo pensaba "esto en Chile no se verá en 15, sino en 30 o 40 años más, quizás ni siquiera viva para ver todo esto.
Hoy, por supuesto no hay robots mayordomos en cada hogar, y los viajes espaciales están reservados sólo para los astronautas y contados billonarios, pero existe tecnología que jamás pensé que llegaríamos a utilizar aquí en mi país, como celulares (¡y con pantalla a color!), Internet, video y música digitales (quién iba a pensar en los 80 que los cassettes quedarían obsoletos), avanzados juegos, nuestro ya familiar correo electrónico, entre tantos miles de inventos que han llegado para quedarse, al menos hasta que los reemplacen por un aparato mejor que los deje obsoletos.
Un dato curioso es que aparentemente nuestra generación venía con la "motoneurona" para adaptarnos rápidamente a los cambios tecnológicos, pero es difícil explicarles a nuestros padres los conceptos básicos de los avances modernos; a veces se debe a nuestra propia ignorancia que da por sentado el funcionamiento de estos complejos aparatos, aunque también a veces se debe a que uno piensa en MP3, mientras que nuestros progenitores aún piensan en "Long Play" (^_^)
Mención honrosa se llevan los resultados presidenciales, quién, hace 10 o incluso 5 años, pensaba que llegaría una mujer al sillón presidencial... sólo las feminazis más fundamentalistas, por supuesto, jejeje (aunque aún pienso que un sistema imperial dirigido por mí sería la mejor opción, pero bueno, ya llegará mi tiempo, jejeje), lo cual demuestra que no sólo evoluciona la tecnología y la cultura, sino también la sociedad.
El presente es mi futuro de hace algunos años, algunos tradicionales comercios que conocí en mi infancia han cerrado y en su lugar se erijen sendas farmacias. Enormes edificios se levantan donde antes existía una gran casa que albergaba a una familia pequeña. La cara de la ciudad ha cambiado y sigue renovándose a un ritmo vertiginoso. ¿Para bien o para mal? No lo sé.
Mientras sigo esperando que salga a la venta un robot mayordomo en alguna multitienda surgirán otros inventos que jamás hubiera imaginado en mis más absurdas fantasías futuristas. Pero mi mayor deseo no es que el turismo espacial entre en apogeo. Más bien, mis esperanzas radican en una sociedad más justa e igualitaria... espero ver este gran "avance" antes del fin de mis días.