Ya mañana al fin vuelvo a mi rutina: levantarme temprano, ducharme, desayunar, recrear la vista rápidamente en una serie del Cable y correr hacia el trabajo. Estar con licencia médica sí representa un descanso, pero no necesariamente pasarlo bien. Durante estas dos semana en casa he tenido demasiado (y recalco DEMASIADO) tiempo para pensar y pensar y pensar. Nunca había cocinado tamaña cazuela en mi mente y pues... no hace bien al espíritu. Sobre todo en una persona que se conoce por ser amable, cuerda y gentil.
Por suerte he compartido mucho con mi familia, me siento de nuevo parte del clan. Mis amigos han sido un gran apoyo. Mi trabajo se ha convertido en la herramienta para alcanzar mis sueños, que están más vivos que nunca. Me siento imparable, con ganas de comerme al mundo de un solo mordisco, más ahora que he ganado mucha experiencia y madurez para discriminar entre lo que es bueno y malo para mí.
Es cierto que uno no vivirá para siempre como en "Fama", pero ya que la vida es más corta de lo que parece, es sabio cuidar la salud para poder disfrutarla al máximo. Antes compartía una chorrillana grande con ciertas personas, un plato que es más romántico de lo que parece. Ahora ese plato está vedado de mi menú (al igual que ciertas personas), y tendré que buscar alguna otra preparación que sea más saludable y compartirla con personas que también le hagan bien a mi mente, corazón y cuerpo.
Siento que voy a empezar de nuevo, pero esta vez sé que pasos voy a tomar, sé por donde no debo caminar. Quiero dejar atrás todos los peores meses de mi existencia y quedarme con los minutos que sí valieron la pena. Pero esta vez, de ahora en adelante, los momentos desagradables serán los que se midan en minutos, y los momentos de felicidad serán los inmensurables. De mí depende que así sea... y así será.