Y después de haber pasado por rostros bonitos, cuerpos atractivos, mentes brillantes y solvencia financiera, los únicos rasgos que resultaron realmente afrodisíacos para el alma fueron la gentileza y los buenos modales. Lo demás pasa, es efímero, queda en el olvido, pero un buen trato deja una huella indeleble, como si fuera un hermoso tatuaje grabado en el espíritu, sobre un breve momento en que dos corazones ardieron en una sola llama viva y enérgica.