Esta semana ha sido particularmente nefasta para mí, en muchos sentidos, pero esta vez le tocó a uno de los temas más delicados: el aspecto laboral.
Un muy buen amigo mío, *****, me consiguió un pituto bastante bueno, un trabajo a media jornada totalmente compatible con mi horario actual. Obviamente tenía que pasar por una entrevista. El problema número 1, era mi primera entrevista laboral fuera del ambiente universitario, por lo que estaba nerviosísimo; y número 2, la entrevista era en inglés. Mi fuerte es el idioma escrito, no tanto el hablado, incluso en español. Pero qué rayos, me puse mi asfixiante traje y fui, acompañado por mi amigo que justo debía entrar a trabajar a la misma hora de mi entrevista, coincidencia feliz porque desenpolvar mi inglés oral me tranquilizó un poco.
Todo fue un desastre, al menos todo pasó tan rápido que no me di cuenta, y me vine a casa muy tranquilo y relajado, pero sintiéndome basureado profesionalmente. Lo peor fue que ellos no me dijeron nada, pero yo tenía la certeza de que no iba a quedar.
Llegué a casa y me relajé, concentrándome en la esperanza de que me resultara otro trabajo, al cual había postulado un mes antes y aguardaba los resultados. Era un trabajo que apuntaba totalmente a lo que había estudiado, en una institución gubernamental dentro de mi ciudad, un empleo a jornada completa, con horario y responsabilidades fijas y, lo mejor de todo, con una sólida seguridad social.
Al día siguiente me encontraba en mi actual trabajo dentro de la universidad, y en eso me vuelven a llamar del primer pituto, ya que querían una segunda entrevista conmigo para la próxima semana. Como siempre, me pillaron volando bajo y acepté. Pensé "Oh no, tendré que pasar por una segunda humillación para que a la tercera me digan que no estoy calificado para el puesto". No me importó, pues pensé en el trabajo de donde sí me tenían que llamar, mis esperanzas seguían puestas en aquel cargo.
Volví a casa aquella tarde, abrí mi correo electrónico y me encuentro con un mail de la institución aquella, en la cual me señalaban que "no había quedado seleccionado, aunque mis papeles habían quedado archivados para futuras referencias"...
"No quedé... No quedé... No quedé"..., dos palabras que retumbaban en mi cabeza. Toda mi esperanza de conseguir un trabajo estable se fue por el W.C. El sueño de empezar a pagar mi crédito, de tener mi propio departamento, de tener mi propio baño y closet, de tener mi propia lista de supermercado, de tener mi lugar para recibir a quien yo quisiera, todo, todo eso se fue a la @€%ç, y no me queda más que la desilusión y la angustia... otra vez.
Ni siquiera es una caída, no es algo que yo haya hecho mal, es algo que simplemente no resultó y ya, aunque significaba muchísimo para mí. Es un poco complicado digerir todo esto, considerando las grandes ilusiones que me había hecho, y eso que no tiendo a hacerme ilusiones con nada, puesto que yo más que nadie sé que a veces (o casi siempre) las cosas no terminan como uno quisiera.
¿Qué hacer ahora? Debo ponerme de pie, pero esta vez será más difícil comparado con otras ocasiones; siento que estoy pegado al suelo lamiendo el pavimento de la mala fortuna. Quizás busque otros sueños, quizás no busque nada y me deje llevar por la inercia un rato. Por ahora sólo quiero recostarme en mi cama, mirar al techo y poner mi mente en blanco. Quién sabe, en una de esas esto sea el clímax de mi karma y mañana, cuando despierte, todo estará bien otra vez.