Cuando era más joven y no conocía las vicisitudes reales de estar en pareja soñaba con San Valentines perfectos dentro de mi corazón. La persona correcta, la cita correcta, el lugar correcto y el regalo correcto. Una fantasía imaginada en lo más profundo de un alma triste y solitaria que siempre anheló un poco de cariño y atención en medio de todo lo que era la vida estudiantil.
Ya de novios con cierta persona que quedó en un pasado remoto aprendí que el día de San Valentín no podía estar más lejos de lo que creí que era. Una cita improvisada en algún boliche mediocre y hasta a veces en una fecha que no correspondía. Todo el concepto de que lo pensaba merecer se iba por el caño, resultando sólo en frustración y resentimiento.
Con el tiempo aprendí a ser más flexible a las circunstancias y troleos de la vida. Mal que mal, cualquier día en que pasara con el ser amado podía considerarse como un San Valentín. Mis mejores citas han sido momentos que surgen de un segundo a otro sin siquiera planificarlo o pensarlo. Hasta una reconciliación fue una de esas maravillosas instancias.
Mi realidad actual sólo me permite un San Valentín a larga distancia, con su correspondiente celebración en un día posterior. Pero no me complico ni amargo la vida. Tan sólo disfruto el paseo y la vista de lo que me tenga la vida, aprendiendo a ser feliz con los regalos simples que me presente.
Feliz San Valentín para todos los valientes y testarudos que seguimos creyendo en el amor.
Ya de novios con cierta persona que quedó en un pasado remoto aprendí que el día de San Valentín no podía estar más lejos de lo que creí que era. Una cita improvisada en algún boliche mediocre y hasta a veces en una fecha que no correspondía. Todo el concepto de que lo pensaba merecer se iba por el caño, resultando sólo en frustración y resentimiento.
Con el tiempo aprendí a ser más flexible a las circunstancias y troleos de la vida. Mal que mal, cualquier día en que pasara con el ser amado podía considerarse como un San Valentín. Mis mejores citas han sido momentos que surgen de un segundo a otro sin siquiera planificarlo o pensarlo. Hasta una reconciliación fue una de esas maravillosas instancias.
Mi realidad actual sólo me permite un San Valentín a larga distancia, con su correspondiente celebración en un día posterior. Pero no me complico ni amargo la vida. Tan sólo disfruto el paseo y la vista de lo que me tenga la vida, aprendiendo a ser feliz con los regalos simples que me presente.
Feliz San Valentín para todos los valientes y testarudos que seguimos creyendo en el amor.
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