domingo, 11 de diciembre de 2022

Reflexión tardía

 

Y después de haber pasado por rostros bonitos, cuerpos atractivos, mentes brillantes y solvencia financiera, los únicos rasgos que resultaron realmente afrodisíacos para el alma fueron la gentileza y los buenos modales. Lo demás pasa, es efímero, queda en el olvido, pero un buen trato deja una huella indeleble, como si fuera un hermoso tatuaje grabado en el espíritu, sobre un breve momento en que dos corazones ardieron en una sola llama viva y enérgica.

domingo, 16 de octubre de 2022

Tiempo para mí

 

La última vez que tomé vacaciones fue a principios de marzo, cuando ya todos venían de vuelta de las suyas. Para mí no era gran tema ya que todos los fines de semana del verano tenía a mi disposición la piscina de la casa, y marzo seguía siendo caluroso para un delicioso chapuzón por las tardes. Al tener 3 semanas de vacaciones la gente con quien trabajo usualmente se toma dos en la temporada estival y guarda una para el invierno. Esto lo hacen para coincidir con las vacaciones escolares de sus hijos. No obstante me parece una buena idea tener un descanso a mitad de año.
 
Y vaya que necesitaba algo así.

Si bien el trabajo que hago no requiere mayor ciencia, conocimiento o talento, sí está condicionado a un alto nivel de estrés proveniente del constante aumento de requerimientos por parte de gerencia y por el contacto cotidiano con clientela que no compra los montos que nos solicita la jefatura, añadiendo además eventuales malas actitudes que poco y nada tienen que ver con uno. Junto con un horario que poco tiempo libre deja al personal, esta combinación de factores por lo general lleva a los trabajadores a solicitar licencias médicas, tanto válidas como fraudulentas, sumando así un nuevo factor de estrés: sobrecargar a quienes se quedan trabajando.

Reconozco que muchas veces me he visto en la tentación de yo mismo solicitar una licencia psicológica o psiquiátrica porque existen muchas situaciones que me tienen al borde del burnout. Mi licencia ciertamente sería válida, no inventada como muchas de las que tengo conocimiento. El tema es que por políticas de la empresa podría terminar trabajando en un local distinto al actual por "necesidades de la empresa". Obvio, si falta personal en un lado y sobra en otro moverán a los trabajadores cuales piezas en un tablero de ajedrez. De todos modos existe la posibilidad de movimiento aún estando trabajando, pero las posibilidades son menores, y de hecho me pasó por circunstancias ajenas a mí. Por suerte la persona que provocó eso le llega constantemente su karma por PENCA, como se dice folclóricamente.

Acabo de tener una semana completa de vacaciones que anhelaba con desesperación. No hice nada en especial más que salir de ompras una vez, y quyedarme en casa viendo series, películas, jugando juegos de computador y disfrutando de mis amados pasatiempos en general, como la fotografía de mis colecciones jugueteras. Traté de no decirle a nadie que tendría vacaciones porque no falta la persona que pretende secuestrar tu tiempo libre con tal de conseguir algo, usualmente un favor o servirle de terapeuta gratuito.

Me encantaría unas vacaciones tradicionales, ir a un lugar diferente, con la menor cantidad de gente posible alrededor. Pero la economía producto de un inepto desgobierno no lo permite en la actualidad. Al menos pude evitar el contacto con la gente habitual que suele drenarme emocionalmente, y admito que la idea de volver a trabajar me revuelve el estómago. Quisiera unas vacaciones más largas, acá en casa, tranquilo, sin saber de amistades ni parentelas para variar un poco.

domingo, 7 de agosto de 2022

Día del niño 2022

Un día que nunca dejé de conmemorar en mi interior. Soy el niño cuyo cuerpo creció, cuya mente expandió y cuyas responsabilidades pasaron de triviales a cuestiones de vida o muerte. Pero el corazón de niño sigue viviendo allí, entre juguetes, música, libros y bitácoras de vida. Pasé de la angustia de obtener menos de un 6.0 en una prueba a la incertidumbre de que a uno lo despidan de un día a otro sólo porque a la empresa donde trabajas simplemente lo decide así.

A ese niño, que se esforzó tanto por sacar buenas calificaciones, ser obediente con sus padres y respetuoso hacia sus profesores, privarse de las travesuras propias de la niñez y la adolescencia y seguir un camino académico pensando que eso lo llevaría al éxito en la vida adulta... Le pido perdón.

Perdón por no cumplir los sueños que tuvo alguna vez. Por no conseguir un empleo exitoso, por no comprar una casa propia, por no tener un auto que lo lleve a conocer hermosos paisajes, por no tener un cónyuge amoroso y comprensivo con quien formar una familia (aunque sea de papás perrunos) y tener tradiciones propias. 

Le pido perdón por acarrear la vergüenza de haberse esforzado tanto para nada. Perdóname, Dani, no pude darte la vida que soñabas y que merecías, y mucho. Espero en la próxima vida poder compensarte por las lágrimas de frustración que ruedan silenciosas por tus mejillas, tratando de que los demás a tu alrededor no las noten.

miércoles, 1 de enero de 2020

¿Volveré a tener una Nochebuena y Noche Vieja?

Las cuentas no discriminan la manera en que se paguen, ni los gastos, ni las necesidades ni los lujos. Cuando era joven nunca imaginé que trabajaría en retail durante las fiestas navideñas. De hecho recuerdo que trataba de evitar salir a la calle los 24 y 31, prefería quedarme en casa tranquilo. Y en mis años trabajando en oficina eran días lentos con poco movimiento, pocas labores, con una pequeña celebración entre compañeros esperando la salida adelantada para llegar a casa con la familia.

Los días previos a Navidad trabajando en el comercio son un infierno que sólo los pecadores más reilientes están dispuestos a enfrentar, incluso los más veteranos del rubro esperan con ansias el término de la temporada.

La incultura del chileno promedio (y en realidad del latino promedio) es dejar todo trámite o tarea para última hora, incluyendo la compra de regalos. Algo que perfectamente podría conseguirse con un poco de disciplina y previsión termina siendo un caos desesperante tanto para el comprador como el vendedor. Uno ve hordas de personas indecisas buscando algo que no saben, a un precio de feria de las pulgas, para alguien a quien les importa un carajo tan sólo por guardar apariencias o mantener compromisos, gastando dinero que no tienen. La presión social de regalar algo es intensa.

Todo eso sumado al calor propio de estas fechas, a la urgencia de cumplr metas, a mantener una buena disposición a pesar del cansancio producto de largas jornadas... Y encima de todo el círculo cercano espera que uno tenga energía para celebrar, compartir, participar de los festejos. Una vez que llego a casa después de trabajar un 24 de diciembre yo sólo quiero aterrizar en mi cama y no escuchar voz humana por lo menos en 12 horas.

Extraño días tranquilos, y anhelo mis vacaciones de verano, que este año me tocan en abril.

sábado, 12 de enero de 2019

Perezosos días de verano

Como casi en toda empresa era inevitable que en mi trabajo también se organizara un ágape entre compañeros de labores para fin de año. Al trabajar en retail las opciones son reducidas, principalmente por los draconianos horarios que tenemos, de modo que acordamos reunirnos un domingo para compartir entre camaradas.

Ya que ahora vivo en Quilpué no tenía intención alguna de viajar todo el día para ir a algún centro de veraneo repleto de escuincles ruidosos con piscinas llenas de urticante orina ajena y extrañando el baño de mi casa cada vez que sintiera un retorcijón en el estómago. Así que sin pensarlo y sin medir consecuencias ofrecí mi casa para llevar a cabo la reunión. Por supuesto, puse la condición de que fuera sólo con gente de la tienda. Cuento corto tuve que acceder a que vinieran con su familia, o al menos parte de ella.

Acordamos realizar nuestra junta de fin de año a principios de enero, y estratégicamente pedí vacaciones desde el día inmediatamente  después a ésta. No tenía intenciones de volver a trabajar después de ser anfitrión para tal evento. Por suerte tuve la ayuda de todos, así que no me estresé tanto.

He tenido toda esta semana para mí. Aún no me llega mi quincena así que he tratado de evitar gastos. Además esta casa es un resort comparada con donde vivíamos antes. Una piscina, modesta, pero piscina al fin y al cabo ayuda a que me guste el verano. De hecho no recuerdo cuándo fue la última vez que me gustó el verano... ¿Quizás hasta la época universitaria donde tenía casi 3 meses libres de preocupaciones?

Hasta hace poco tener tiempo libre en el verano era más bien estresante: lidiar con afuerinos y ambulantes justo afuera de mi casa, ver la frustración de mis padres de no obtener descanso en ningún momento de la semana, ser testigo de la inoperancia de la autoridad local, etc. Me escapaba de todo eso porque pasaba casi todo el día en el trabajo y en cierto modo era más soportable atender a personas con cabeza de chorlito que no saben qué shampoo usan a diario (no, no es una exageración) que ver a mi barrio tomado por ambulantes que venden bisutería comprada en AlíExpress a precio de huevos Fabergé para los ingenuos turistas extranjeros (de hecho los "artesanos" del Paseo Dimalow hacen el show de picar piedritas para aparentar que las fabrican ellos mismos, qué fraudes).

Ahora todo es distinto, siento que estoy disfrutando el tiempo libre, y ver a mis padres con el derecho pleno de descansar es impagable. Antes me ahogaba, ahora me deleito con mucho aire fresco y tranquilidad. Aunque lo admito: Extraño la vista al mar. La vida le dio una gran oportunidad a mi familia, y la aprovechamos. Quizás me arrebataron mi Navidad, pero estos días me han hecho recordar mis veranos pasados, y aunque no sean 3 meses al menos han sido grandiosos hasta el momento.