domingo, 20 de septiembre de 2015

Veinte años en un cuaderno

No, no es un sólo cuaderno, quizás sean unos 14 o 15. Desde 1995 que mantengo un registro histórico de eventos y emociones, antes de que existieran blogs y redes sociales para el tercer mundo. Tantas conversaciones verídicas para un alter ego real e imaginario a la vez.

Cuando no había valor ni la confianza para verter el corazón con alguien recurría a sus hojas. Escribía prácticamente a diario durante mi adolescencia, y a medida que fui madurando y confiando en las personas sólo escribía lo más importante. También cuando he estado triste o feliz ha sido una herramienta vital para desahogarme.

Muchas veces creí que cuando encontrara a mi media naranja dejaría de escribir, puesto que imaginaba que esa persona sería suficiente para compartir mis vivencias y sentimientos. Después de ya dos experiencias me doy cuenta de que nadie podrá ocupar ese lugar, un lugar muy íntimo, seguro y que jamás será desleal.

Me ayuda a mantener la perspectiva con respecto a mi pasado, a registrar errores y contar con las herramientas para no repetirlos, porque hechos y emociones se mezclan para crear sabiduría y confianza. A pesar de la naturaleza caótica del ser humano hay patrones que se repiten. Como me dijo un amigo muy querido, "un leopardo no cambia sus manchas", una lección que me demoré cinco años en aprender.

Hace un año tenía tres preocupaciones que tenían mi salud mental al borde del colapso. Hoy esas preocupaciones ya no existen. Sí, quizás tengo otras en este momento, pero estoy mucho más tranquilo y optimista. Tengo la misma sensación de un pintor frente a un lienzo en blanco y todos los colores del espectro.