viernes, 15 de febrero de 2013

La ira del coleccionista

Se podría decir que me gustan las figuras Playmobil desde que las conocí cuando tenía 7 u 8 años. Su sonrisa y versatilidad los convertían en un juguete perfecto para mí, pero fue ya de mayor que los empecé a coleccionar, cuando mi miserable sueldo de ayudante en la universidad podía comprarlos en su máximo estado de oferta en una juguetería del puerto. Compré hasta que simplemente se agotó el stock, pues la tienda no volvió a importarlos. Resulta frustrante recordar lo baratos que eran comparados con la actualidad, pero el dinero que recibía por tantas horas de trabajo apenas si alcanzaba para mantener mis escasos gastos de universitario pseudo-independiente.

Adquiría simplemente lo que me gustaba más de todo el surtido, y obviamente lo que era capaz de costear. La colección creció exponencialmente hasta que llegó el término súbito del stock en la tienda. La pausa duró varios años, hasta que un megamercado de la región los comenzó a traer en tímidas cantidades y a precios exageradamente inflados. Adquirí unos cuantos con mucho esfuerzo y el último, el barco pirata 5736, casi fue un regalo cuando los empezaron a liquidar. Recuerdo que también vi el Arca de Noé a precio de huevo, y ahora me arrepiento de no haberla comprado.

Un nuevo hiato de un par de años hasta que encontré otro proveedor, también con precios excesivos pero esta vez con mayor variedad, y me convertí en su cliente cuando arrojó una oferta de todos sus productos con un descuento del 40%. Aproveché de comprar dos joyitas increíbles, como lo son el avión 4310 y el tren 4011, artículos que sólo soñaba con tenerlos cuando ojeaba el diminuto catálogo con que vienen las cajas más pequeñas.

Con el tiempo descubrí nuevos proveedores de figuras nuevas y usadas, por lo que he ido ampliando orgullosamente mi colección.

Como coleccionista me ha tocado conocer a otros con la misma pasión por este increíble juguete, de diversas edades, culturas y nacionalidades. Ninguno igual al otro, cada uno con su propia preferencia temática y estilo lúdico y fotográfico.

Existe cierto tipo de coleccionista que se ha quedado pegado en el pasado, cuando Playmobil fabricaba figuras simples y minimalistas con sólo unos cuantos temas como el medieval, el lejano oeste y la construcción. Despliegan orgullosos ejércitos de caballeros o vaqueros, junto a impresionantes castillos o fuertes hechos con cientos de piezas antiguas casi de imposibles de conseguir en la actualidad.

Bajo este contexto todos ellos están expectantes sobre lo nuevo que lanzará la juguetera en el año fiscal y... Llega la decepción, la frustración, la ira y finalmente la resignación. ¿Por qué? Porque Playmobil saca temas y líneas de figuras que les resultan incompatibles que su colección específica constituida principalmente de figuras clásicas.

Críticas por aquí, inconformismo por allá, boicoteos y un ramillete de reacciones negativas ante la nueva línea de juguetes del año, todo porque las hadas no quedan bien con el pueblo del oeste, o porque los accesorios del dragón recién sacado al mercado no le quedan al reptil de juguete adquirido en la niñez. Existen literalmente cientos de razones que podrían provocar estas rabietas.

Sin embargo lo que olvidan la mayor parte del tiempo es que Playmobil es una empresa, un negocio, el que evoluciona como cualquier otro adaptándose a los nuevos tiempos a fin de mantenerse vigente en el mercado, ¿de qué? de juguetes. ¿Para quién? para los niños, pero no de los 70, 80 o 90, sino los del nuevo milenio, los que obviamente son diferentes a los de antaño.

Pero el fanatismo supera este raciocinio, y he llegado a leer comentarios en redes sociales como "Playmobil no está escuchando la voz de los coleccionistas y blá blá blá, estoy muy enojado", como si el departamento de mercadotecnia dependiera del loquito de 40 años que aún juega con monitos (qué cinismo de mi parte, jeje)... Sólo le faltaba exigir un puesto en la junta directiva cobrando 100.000 euros al año y mandar a fabricar 100 versiones Playmobil del Che Guevara.

La empresa alemana sí reconoce el mercado de coleccionista y ha puesto en su sitio web una serie de referencias antiguas ligeramente modificadas. Por supuesto, la disponibilidad geográfica de estos artículos sigue las pautas de un estudio de marketing. Ningún negocio está dispuesto a ofrecer sus productos o servicios en un lugar que represente pérdidas para la compañía.

En mi caso personal no tengo preferencia por alguna temática específica, de modo que le doy la bienvenida a todo lo nuevo que salga, sea lo que sea y por muy "renovados" que sean sus diseños. Aunque admito que prefiero más lo moderno que lo histórico o de fantasía.

Reconozco que me gustaría una tienda oficial en mi país, puesto que los distribuidores que conozco cobran precios realmente muy alejados de la realidad alemana. No es posible que una figura que allá cuesta un par de euros aquí cueste el triple o hasta a veces el cuádruple. Comprendo que existen costos de importación, pero estamos hablando de países, no de planetas. El resto es simplemente usura desvergonzada.

Por mi lado sólo me queda urguetear en el mercado online local, tiendas de segunda mano y darme gustos contados con los comerciantes de la capital. Encontrar una figura en buen estado y que te guste es casi como hayar una pepita de oro después de meses de lavar y examinar guijarros en el río.

jueves, 14 de febrero de 2013

San Valentín a larga distancia

Cuando era más joven y no conocía las vicisitudes reales de estar en pareja soñaba con San Valentines perfectos dentro de mi corazón. La persona correcta, la cita correcta, el lugar correcto y el regalo correcto. Una fantasía imaginada en lo más profundo de un alma triste y solitaria que siempre anheló un poco de cariño y atención en medio de todo lo que era la vida estudiantil.

Ya de novios con cierta persona que quedó en un pasado remoto aprendí que el día de San Valentín no podía estar más lejos de lo que creí que era. Una cita improvisada en algún boliche mediocre y hasta a veces en una fecha que no correspondía. Todo el concepto de que lo pensaba merecer se iba por el caño, resultando sólo en frustración y resentimiento.

Con el tiempo aprendí a ser más flexible a las circunstancias y troleos de la vida. Mal que mal, cualquier día en que pasara con el ser amado podía considerarse como un San Valentín. Mis mejores citas han sido momentos que surgen de un segundo a otro sin siquiera planificarlo o pensarlo. Hasta una reconciliación fue una de esas maravillosas instancias.

Mi realidad actual sólo me permite un San Valentín a larga distancia, con su correspondiente celebración en un día posterior. Pero no me complico ni amargo la vida. Tan sólo disfruto el paseo y la vista de lo que me tenga la vida, aprendiendo a ser feliz con los regalos simples que me presente.

Feliz San Valentín para todos los valientes y testarudos que seguimos creyendo en el amor.

lunes, 11 de febrero de 2013

Adiós al lobo con piel de oveja

Se va, al fin, el peor Papa de los tiempos modernos abandona la palestra mundial. Un hombre despreciable ligado al mismísimo Nazismo, a la promoción del odio, la intolerancia, la falta de respeto al prójimo ajeno a la esfera de influencia del Vaticano.

Me llama mucho la atención que no pocas personas se sientan desvalidas e incluso triste frente a la abdicación papal. Cómo si dentro de su corazón se preguntaran "¿y ahora quién nos guiará?". Por supuesto, para quienes hemos elevado nuestro nivel de conciencia espiritual por fuera del plano de la religión organizada la vida sigue su curso a la búsqueda de la felicidad personal y de quienes nos rodean. Para mí es un motivo de alegría, casi de orgullo de ser humano cuando siniestros personajes desaparecen del escenario mundial, sea por muerte o por retiro. Es la evolución natural de la humanidad hacia un mundo mejor.

Faltan varios en la lista que merecen un destino similar, como los Castro, Chávez, Ahmadinejad, Kim Jong-Un. Es hora de que sus seguidores, ciegos por el fanatismo y las ansias de "pertenecer" a algo más grande que ellos, abran los ojos, se quiten la venda que tapa todos los crímenes y vejámenes cometidos en nombre de ideologías ciertamente obsoletas y vergonzosas para los tiempos actuales.

Siempre he creído en el "vive y deja vivir", agregándole "en paz". Pero cuando un racimo de individuos me viene a decir qué es lo que debo y no debo hacer con mi vida, porque de lo contrario me llevará "el cuco" (patético, por cierto) es inevitable que uno, como ser inteligente, reaccione y se pare de frente y diga BASTA, porque de mí no sacarás ni poder, ni influencia y mucho menos dinero. Que vivan su vida y que no molesten la mía, de lo contrario puedo hacer que les llueva lo peor de sus mismísimas creencias. Respeten, y serán respetados, o sino aténganse a las consecuencias de su propio karma.