lunes, 11 de febrero de 2013

Adiós al lobo con piel de oveja

Se va, al fin, el peor Papa de los tiempos modernos abandona la palestra mundial. Un hombre despreciable ligado al mismísimo Nazismo, a la promoción del odio, la intolerancia, la falta de respeto al prójimo ajeno a la esfera de influencia del Vaticano.

Me llama mucho la atención que no pocas personas se sientan desvalidas e incluso triste frente a la abdicación papal. Cómo si dentro de su corazón se preguntaran "¿y ahora quién nos guiará?". Por supuesto, para quienes hemos elevado nuestro nivel de conciencia espiritual por fuera del plano de la religión organizada la vida sigue su curso a la búsqueda de la felicidad personal y de quienes nos rodean. Para mí es un motivo de alegría, casi de orgullo de ser humano cuando siniestros personajes desaparecen del escenario mundial, sea por muerte o por retiro. Es la evolución natural de la humanidad hacia un mundo mejor.

Faltan varios en la lista que merecen un destino similar, como los Castro, Chávez, Ahmadinejad, Kim Jong-Un. Es hora de que sus seguidores, ciegos por el fanatismo y las ansias de "pertenecer" a algo más grande que ellos, abran los ojos, se quiten la venda que tapa todos los crímenes y vejámenes cometidos en nombre de ideologías ciertamente obsoletas y vergonzosas para los tiempos actuales.

Siempre he creído en el "vive y deja vivir", agregándole "en paz". Pero cuando un racimo de individuos me viene a decir qué es lo que debo y no debo hacer con mi vida, porque de lo contrario me llevará "el cuco" (patético, por cierto) es inevitable que uno, como ser inteligente, reaccione y se pare de frente y diga BASTA, porque de mí no sacarás ni poder, ni influencia y mucho menos dinero. Que vivan su vida y que no molesten la mía, de lo contrario puedo hacer que les llueva lo peor de sus mismísimas creencias. Respeten, y serán respetados, o sino aténganse a las consecuencias de su propio karma.

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