martes, 13 de diciembre de 2016

Nostalgia de navidades pasadas

Una foto publicada por Daniel (@playmo.danychan) el

Este calor reciente y la época del año me hace recordar mis comienzos de verano cuando era pequeño. Tiempos simples y maravillosos cuando todo era más tranquilo y las cosas sí tenían un efecto válido de causa-efecto. 

A estas alturas ya habría terminado el año escolar, la "convivencia" del último día de clases, con papitas, suflés, bebidas azucaradas, el infaltable queque traído por alguna mamá del curso (que nunca comía por encontrarlo seco y soso). Y, por supuesto, un regalito financiado por las cuotas mensuales. Desde la perspectiva contemporánea por lo general era un juguete baratito de corta vida útil, pero aún así era la antesala de la Navidad. También había un regalo extra para los tres primeros lugares de cada curso y, sin el ánimo de fanfarronear, puedo decir que recibí dicho obsequio adicional en cada año de mi escolaridad. 

Es en este aspecto que hago hincapié en la verdadera relación de "causa-efecto". El trabajo y esfuerzo conducían inevitablemente a una validación de los mismos mediante una recompensa. Hoy en día, en el mundo real, puedes partirte la espalda o quemarte las pestañas trabajando, y en vez de obtener algún tipo de gratificación lo que te toca como "premio" es un aumento en la carga laboral, y eso sólo si tienes un empleo. 

Mediados de diciembre también significaba la preparación para los eventos familiares que más anhelaba en el año, Navidad, por los regalos, y Año Nuevo, por los majestuosos fuegos artificiales. Mi abuelita me llevaba a comprar al barrio Puerto, le gustaba cooperar en ambas cenas. Solía comprar pascueros y monedas de chocolate, caramelos, malvas Calaf, tanto para la casa como para sus hijos y nietos que no tenían el privilegio de vivir con ella como nosotros. 

Durante ese período también veía televisión por las mañanas y las tardes las pasaba en el antejardín jugando con agua, barro y juguetes. Por las noches escuchaba música en una radio portátil con audífonos y leía un libro. La programación de la televisión nacional no me llamó nunca la atención, salvo excepciones. Debo destacar que el gran acierto veraniego para un canal de televisión abierta era transmitir "Robotech", no me la perdía por nada, era mi teleserie favorita. 

Para el día de Nochebuena por lo general lo pasaba en casa viendo todos los especiales navideños o, dependiendo del año, me mandaban a comprar algún insumo de último minuto, y esto último era algo que no me producía placer alguno. Las calles atestadas de gente haciendo sus compras de último minuto, el calor abrasante, la desesperación de todo mundo por llegar a su hogar. 

Ya en casa el resto del día era hacer la hora para la cena de nochebuena. Por lo general siempre pedía una sola cosa, y nada que estuviera disparatadamente fuera del presupuesto del "Viejito Pascuero", de modo que casi siempre recibía lo que quería, junto con hermosos regalos sorpresa provenientes de toda la familia. Nada de marcas o el artilugio de moda, tampoco los esperaba, todo obsequio era maravilloso. 

Por eso siempre agradeceré a todos y cada uno quien hizo de esas navidades las fechas más felices de mi infancia. El cariño y dedicación de parte de mi familia por dibujarme la alegría en el rostro. Ya de adulto conozco el esfuerzo que representa oragnizar un evento así, y hoy en día aprecio cada detalle que preparan, incluso en tiempos difíciles.

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