miércoles, 28 de diciembre de 2005

Cultura musical (o los 45 pesos)

Esta mañana, antes de juntarme con Rodrigo para seguir culturizándonos, fui al banco a cerrar mi cuenta de ahorro joven (¡me estoy volviendo viejo! º_º). Me había llegado una notificación de que desde el 1 de enero me cobrarían comisión de mantenimiento, o que podía cambiarme a otra cuenta; como al fin y al cabo esta segunda cuenta terminarían cobrándomela igual, y en vista de que no hacía movimientos bancarios desde hace 2 años, decidí cerrarla y operar con el viejo pero eficiente sistema del "colchón". Para finalizar el cierre debía efectuar el giro por lo que me quedaba de plata... cuarenta y cinco pesos, una estafa del reajuste, porque en mi último saldo tenía 90 pesos, jejejeje. Cuando me entregaron aquellas cinco monedas me sentí avergonzado. Yo había abierto esa libreta con vistas a la independencia económica, y la estaba cerrando allí, con cuarenta y cinco pesos de saldo.

Pero ese pesar pronto se esfumó cuando comenzamos nuestro recorrido cultural con mi amigo Rodrigo. Primero fuimos a la iglesia La Matriz, donde se presentaría el conjunto Madrigales, de la UPLA. Caminé con mucha cautela, ya que todo el sector del puerto es una zona emocionalmente minada para mí, y mi mayor temor era encontrarme con aquel fantasma de la WTS. En fin llegamos, habían comenzado, pero sólo estaban ensayando, ya que de acuerdo al programa de ellos comenzaban en hora y media más. Pinches programas, no coincide el de internet con el que están repartiendo en la calle.

Así que nos fuimos a la Iglesia Anglicana, donde alcanzamos a disfrutar de música clásica chilena colonial, luego de vuelta a La Matriz, donde escuchamos coros clásicos alemanes (creo). Fueron dos eventos que disfruté muchísimo.

En la tarde nos juntamos a ver unos cortos argentinos en la sala Obra Gruesa, de la PUCV, aunque estaba llenísimo y sólo encontramos asiento en el suelo. Por suerte, como lo señala su nombre, eran cortos, por lo que rápidamente nos desocupamos y nos dirigimos a la Plaza Sotomayor.

Allí escuchamos Jazz, folclor mendozino y cueca porteña, estuvo increíble, porque no andaba tanta escoria, ya que la gran mayoría se había ido al "tarródromo" (ex-cárcel, donde comúnmente se llevan a cabo festivales de rock), el cual queda a un cerro de mi casa, pero siento la bulla como si la tuviera en el tímpano.

Al rato me aburrí, además que estaba cansado, y le dije a Rodrigo que me quería ir, si acaso él se quedaba, pero me dijo que también se iba, porque iba a tomar once a su casa y después bajaba a un recital de jazz que se efectuará más tarde. Yo divisé a un vendedor que comerciaba estrellas de tolueno con leds de colores, y decidí comprar dos para los rapaces de mis sobrinos que se encuentran alojando en mi casa (o más bien, la casa de los abuelos).

Voy saliendo de entre la multitud y se cumple el peor de mis temores de este día. Justo frente a mí venía caminando aquella persona que mi corazón prefiere evitar... Mi acción refleja fue voltearme hacia el escenario, como que estaba viendo el show, sólo pensé "¿Qué hace aquí? Estos espectáculos están prohibidos (o al menos censurados) en su secta, no debería estar aquí, no debería, no debería..." Quedé peinando la muñeca durante unos segundos, hasta que Rodrigo me hizo volver en mí, me preguntó qué me pasaba, sólo le comenté que había visto a alguien a quien no debería haber visto, no quería latearlo (una vez más) con aquella historia. Estuve en schock durante un par de minutos, hasta que me dejó en el ascensor, donde tuve la oportunidad de sentarme y descansar mi mente y mi cuerpo.

Mañana no sé si vaya a algún evento, entre ayer y hoy quedé cansadísimo, además tengo "Club de Toby" y prefiero mil veces darle prioridad a aquello, aunque si sale algo interesante por ahí hacia allá partiremos todos.

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